sábado, 30 de noviembre de 2013

El Dolor de la pérdida



 Cuando  pienso en el dolor que he sentido al perder a  seres queridos. En el duro golpe que  ha supuesto  para mi la pérdida de cada uno de ellos. En los  días y meses de tristeza , de recuerdos , de añoranza por el tiempo que compartimos y también por el que quedó por compartir. Por lo que dije o dejé de decir….
Cuando pienso en ello, pienso también en  el dolor que debe sentirse al vivir la muerte en primera persona, en el propio vientre.
Cuando esperas vida , cuando tus días son de color arcoíris y, de pronto,  se tornan tristes y oscuros , porque descubres que  no verás a  la personita que anidaba en tu interior . Que no habrá a quien darle esos  besos y abrazos que con tanto amor guardabas...
Cuando yo he perdido a un ser querido, he recibido apoyo y comprensión. Me he sentido protegida y cuidada. He llorado por la persona que se fue y he compartido largos ratos de charla con familia o amigos recordándola, sintiéndome muy reconfortada y acompañada en mi dolor.
Pienso entonces en las madres que pierden un bebé. Da igual de qué tiempo o tamaño. Si está o no formado.... Solo pienso en las ilusiones que esa madre, esa familia, habrán puesto en ese embarazo. En que desde el mismo momento en que descubres que estás embarazada ya te sientes madre. Orgullosa por albergar vida en tu interior.
Pero de repente, todo desaparece y da paso a un dolor desmedido. Un dolor que pocas madres se atreven a compartir por miedo a resultar ridículas porque “ estaba de muy poquito” o porque se sienten culpables del “fracaso” de su embarazo.  Comentarios como “ no te preocupes, aun eres joven”, “pronto tendrás otro “, calan muy hondo en el corazón de la mujer que ha sufrido una pérdida. El bebé que se ha ido es insustituible , de mismo modo que para mi lo son las personas que perdí.  La diferencia está en que yo sí puedo hablar de ellas. Las he despedido y ocupan un lugar en el mundo que me rodea. Pero…¿ y los niños del agua ? ¿ Qué lugar ocupan en una sociedad que mira hacia otro lado cuando se habla de aborto ? . ¿ quien, a parte de sus padres y/ o hermanos , les lloran ?.  ¿ Dónde figura que han existido ?.
Las familias que pasan por una pérdida gestacional no solo sufren por el bebé que no nacerá. Sufren también por no poder gritar a los cuatro vientos su dolor, por que sus hijos , que ocupan un lugar tan grande en sus corazones, no existen para la sociedad. Porque cuando logran reunir el valor para hablar de ellos, la mayoría de la gente cambia de tema o trata de banalizarlo.
  Honrar a esos bebés que solo vivieron en el mar amniótico. A los niños del agua que , en tan corto tiempo , nos hacen sentir mariposas en la barriga. Que nos convierten en sus madres, familiares o amigos de por vida y quedan para siempre en nuestros corazones.  Acompañar  a esas familias en su dolor, brindándoles un hombro sobre el que llorar, nuestra comprensión , nuestro silencio y la posibilidad de hablar, de recordar o de despedir a su bebé. En definitiva, dar a  las muertes gestacionales o perinatales, la misma importancia que damos  a las muertes fuera del vientre materno..... Esta es la gran asignatura pendiente que tenemos como sociedad y como personas.
Afortunadamente, poco a poco, van surgiendo rayitos de esperanza. Personas que luchan por normalizar y acompañar este duro proceso , desde el amor y el respeto .
Como suele decirse: Muchas gotas de agua forman un mar y, este mar , en el que nos han unido nuestros niños del agua, tiene una energía imparable.
Un abrazo desde el corazón
Jasmin Bunzendahl, 

Madre y Doula


Texto publicado originalmente en ninosdelagua.blogspot.com.es/

lunes, 25 de noviembre de 2013

La Violencia Obstétrica también es Violencia de Género





Se "celebra" hoy El " Día Internacional contra la Violencia de Género ", causa que por supuesto comparto y considero absolutamente necesaria, ya que son miles, las mujeres que a diario sufren abusos de todo tipo por parte de sus parejas u otras personas .

Todos tenemos en mente los golpes, el acoso sexual, la discriminación, el maltrato psicológico.. . Pero existe otra forma de violencia, menos visible y socialmente aceptada: La Violencia Obstétrica que es aquella que sufre la mujer, durante sus embarazos  y partos, por parte de los profesionales sanitarios que consideran estos procesos fisiológicos , como algo patológico y a la mujer incapaz de decidir sobre su propio cuerpo.

La Organización Mundial de la Salud tiene una serie de recomendaciones para los partos normales, es decir, la mayoría. Pero aún así, miles de mujeres sufren partos violentos y deshumanizados, en los que se incumplen claramente estas recomendaciones.

Tactos innecesarios durante los dias previos al parto o durante el mismo, Maniobra de Hamilton para ayudar a desencadenar el parto, inducciones y cesaréas innecesarias, muchas veces programadas, episiotomías de rutina, obligar a la mujer a parir tumbada, monitorizaciones continuas, inmovilización, la peligrosa maniobra de kristeller,  prohibición de ingerir alimentos o bebidas, falta de intimidad, malas respuestas o trato vejatorio,  infantilización de la mujer, separación madre-hijo, falta de empatía y de apoyo emocional. Son solo algunos ejemplos de la violencia que sufren muchas mujeres en un momento tan delicado e importante en el que, además somos sumamente sensibles. Cuántas mujeres quedan con secuelas, no sólo físicas, sino también emocionales por sentir sus derechos vulnerados y sus sentimientos ignorados  Parir requiere de un ambiente íntimo y de un trato amoroso, en el que se respete tanto nuestra fisiología, como nuestros deseos y decisiones.

No puedo olvidarme de las madres que sufren la pérdida de sus bebés. Muchas son sometidas a legrados innecesarios. Otras son "convencidas " para interrumpir sus embarazos si sus bebés presentan malformaciones incompatibles con la vida ,cuando se podria seguir un tratamiento expectante, si la mujer así lo desea. Muchas deben parir a sus hijos muertos o estos mueren durante el parto o a las pocas horas. . Otras  no tienen posibilidad de despedirse de su bebé o este es tratado como deshecho quirúrgico.  Algunas son alojadas junto a mujeres que tienen a sus bebés en brazos, mientras ellas jamás tendrán al suyo. En momentos tan dolorosos, demasiadas mujeres no son tratadas con la sensibilidad que necesitan y merecen No son comprendidas, se ignora su dolor, se las trata de consolar con frases que minimizan su  terrible pérdida y sus hijos ni siquiera son reconocidos como tales. Ellas también sufren violencia .

La violencia obstétrica en todas sus manifestaciones, existe. Por mucho que queramos invisibilizarla y normalizarla, por mucho que nos digan que es por nuestro bien . Aunque traten de convecernos de que  nos ha salvado la vida a nosotras o a nuestro bebé, de un problema causado, en muchos casos, por un exceso de intervencionismo . No, la violencia obstétrica no es normal y no debemos permitirla.

Afortunadamente, cada vez más mujeres acuden a parir informadas y más centros sanitarios trabajan en ofrecer una atención al parto más humanizada. Algo está cambiando, lentamente, pero sin pausa. Se está dando una revolución imparable, la de las mujeres que claman por recibir a sus hijos con amor y respeto. La de profesionales concienciados con la necesidad de ofrecer un trato digno y acorde con las necesidades de la madre y su bebé.

Para ell@s , mi admiración y respeto

Jasmín 

jueves, 21 de noviembre de 2013

Patriarcado, represión sexual y partos dolorosos: Laura Gutman

Estamos tan alejadas de nuestros instintos, hemos perdido de tal manera la confianza en nuestros cuerpos y tememos tanto al dolor,  que no permitimos a nuestros cuerpos flluir y abrirse libremente. Solo cuándo volvamos a tomar conciencia de nuestro poder, de la existencia de nuestro útero, de nuestra capacidad para sentir placer sin avergonzrnos, los partos volveran a ser libres y salvajemente placenteros.

Laura Gutman , siempre tan acertada, explica en este texto cómo siglos de patriarcado, represión y sumisión nos han alejado de nuestra esencia femenina haciéndonos los partos más dificiles y dolorosos



Patriarcado, represión sexual y partos dolorosos

Las mujeres llevamos varios siglos de historia sumidas en la represión sexual. Esto significa que hemos considerado al cuerpo como bajo e impúdico, a las pulsiones sexuales malignas y a la totalidad de las sensaciones corporales, indeseables. ¿En qué momento aprendemos que no hay lugar para el cuerpo ni el placer? En el mismísimo momento del nacimiento. Segundos después de nacer, ya dejamos de ser tocados. Perdemos el contacto que era continuo en el paraíso uterino. Nacemos de madres reprimidas por generaciones y generaciones de mujeres aún más reprimidas, rígidas, congeladas, duras, paralizadas y temerosas de acariciar. Entonces el instinto materno se deteriora, se pierde, se desdibuja.

En este contexto, las mujeres con siglos de Patriarcado encima, alejadas de nuestra sintonía interior, no queremos parir. Es lógico, ya que nuestros úteros están rígidos y así duelen. Nuestro vientre está acorazado y nuestros brazos se defienden. No hemos sido abrazadas ni acunadas por nuestras madres, porque ellas no han sido acunadas por nuestras abuelas y así por generaciones y generaciones de mujeres que han perdido todo vestigio de blandura femenina. Por eso cuando llega el momento de parir nos duele el cuerpo entero por la inflexibilidad, el sometimiento, la falta de ritmo y de caricias. Odiamos desde tiempos remotos nuestro cuerpo que sangra, que cambia, que ovula, que se mancha y que es inmanejable.

Es importante tener en cuenta que además del sometimiento y la represión sexual histórica, las mujeres parimos en cautiverio. Desde hace un siglo -a medida que las mujeres hemos ingresado en el mercado de trabajo, en las universidades y en todos los circuitos de intercambio público- hemos cedido el último bastión del poder femenino: el parto. Ya no nos queda ni ese pequeño rincón de sabiduría ancestral femenina. Se acabó. No hay más escena de parto. Ahora hay tecnología. Máquinas. Hombres. Tiempos programados. Drogas. Pinchaduras. Ataduras. Rasurados. Torturas. Silencio. Amenazas. Resultados. Miradas invasivas. Y miedo, claro. Vuelve a aparecer el miedo en el único refugio que durante siglos permaneció restringido a los varones. Resulta que hasta esa cueva íntima, hemos abandonado. Haber entregado los partos fue como vender el alma femenina al diablo. Ahora nos toca a las mujeres hacer algo al respecto, si nos interesa recuperar el placer orgásmico de los partos y si asumimos el poder que podemos desplegar en la medida que los partos vuelvan a ser nuestros.

Laura Gutman
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